7 de diciembre de 2009

Evangelio Marcos 1,1-8

Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.

Como está escrito en el profeta Isaías: Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti para que prepare tu camino.

Una voz grita en el desierto:

Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos, apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. 5 Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, confesaban sus pecados y él los bautiza en el Jordán.

Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba:

- Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo, y yo no soy digno de desatarle, agachándome, la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.

En el Evangelio quien inicia la Buena Noticia, es Juan Bautista el mensajero de la Alegría.

Característica de una comunidad que se sabe agraciada con la herencia de Jesús, es que sea mensajera de buenas noticias, de la Buena Noticia. Y lo sea con credibilidad. Para esto debe mostrar un rostro amable, alegre, confiado, sereno, pacificador. Tenemos por vocación ser "Mebasser", mensajeros de la Alegre Noticia.

Anuncia la buena noticia aquella comunidad que aplaude el bien. La que en lugar de sospechar y condenar, confía y disculpa. Anuncia la buena noticia aquella comunidad que no sólo detecta enfermedades, sino que además ofrece la medicina de la curación posible.

Nosotros, esta gran comunidad ¿tenemos el rostro de la Buena Noticia? ¿Somos portadores de un mensaje alegre y esperanzador para los pobres de la tierra, los excluidos de los procesos de transformación, los matrimonios en crisis, los jóvenes indiferentes a la fe, las nuevas generaciones, los ancianos, los disminuidos? ¿Condenamos o más bien ofrecemos alternativas, comprensión, caminos de salida?