7 de diciembre de 2009

San Nicolás, Obispo de Mira


Cinco Papas han llevado el nombre de Nicolás, pero el santo de nuestra historia no fue Papa sino obispo. San Nicolás cumplió su apostolado en silencio desde su nacimiento por el año 255 hasta su muerte en Mira (Turquía) por el año 330, con 75 años.

Espíritu ecuménico que sopla desde su tumba en Bari, para enlazar a los pueblos en un abrazo de fraternidad y de solidaridad, San Nicolás se destacó por sus obras caritativas, que desplegó, primero, en su juventud y después, en el cargo de obispo. Su vida fue una coherencia permanente con la fe, la esperanza y la caridad. De esta manera fue un testigo viviente de Cristo que sigue actuando siendo un generoso administrador de los múltiples dones de Cristo a todos los que estamos junto a el.

Señor, enséñame el camino
Nicolás quedó huérfano, pero en posesión de grandes riquezas. Pensando en su interior tener a Dios como padre, se dirigía a Él con los ojos del alma e invocaba constantemente la divina bondad, para que pudiera disponer de sus bienes y de su vida según su querer: ¡Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios! ¡Indícame, Señor, el camino que he de seguir, porque elevé a ti mi alma!

Obispo por inspiración divina
Después de la muerte del Obispo de Mira, se reunieron los obispos para elevar plegarias especiales para el fin de elegir al nuevo Obispo. El Señor, que satisface la voluntad y escucha las súplicas y reveló a uno el modo de elección "Vete a la casa de Dios, de noche, y colócate en el atrio y al primero que entre en la iglesia, tómalo y hazlo ordenar Obispo. Su nombre es Nicolás". De esta forma, Nicolás llegó a ser Obispo siendo aún laico, o sea, sin haber entrado en un precedente estado clerical ni haber profesado en algún monasterio.

En los años 303 y 304 salieron cuatro decretos que querían aniquilar el cristianismo, si fuere posible. San Nicolás fue encarcelado sufriendo todas las penurias pero poseía el temple de los mártires y tenía la suficiente sabiduría de trasformar todo dolor en fuerza de redención. Poco después llegaron la paz y el decreto de libertad religiosa.

Para encontrar al Santo, bastaba buscarlo en tres lugares: en la iglesia, a orar, en las prisiones, confortando a los detenidos, y en los hospitales, buscando saber de los enfermos y de sus necesidades.Encargado de distribuir el pan de la palabra de Dios al pueblo, lo hacía Nicolás con tanto fruto y suceso, que mucha gente pasó a cambiar de opinión sobre la religión. Las austeridades crecían con el trabajo.


¡Oh bienaventurado San Nicolás de Bari!
a quién Dios ha glorificado con innumerables milagros manifestando su voluntad de que acudamos a ti, en los momentos difíciles de nuestra vida, confiados en tu protección.


¡Oh portento de caridad! al que acuden las familias, los pobres, los enfermos;
yo, humildemente te pido me alcances la gracia que de ti espero,
confiado en tu valiosísima protección, la que nunca niegas a tus devotos,
para que favorecidos por tus bondades, cantemos una vez más las misericordias del Señor,
y las maravillas de sus santos.
¡Providentísimo San Nicolás! no me abandones.