Lo esperamos, invocamos su venida, pero sabemos que cada día “está viniendo” y “sale a nuestro encuentro en cada hombre y en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe y, por el amor, demos testimonio de la espera dichosa de su reino” (prefacio III de Adviento).
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo Señor nuestro.
A quien todos los profetas anunciaron,
la Virgen esperó con inefable amor de Madre,
Juan lo proclamó ya próximo
y señaló después entre los hombres.
El mismo Señor
nos conceda ahora
prepararnos con alegría
al misterio de su nacimiento,
para encontrarnos así,
cuando llegue,
velando en oración
y cantando su alabanza.
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo Señor nuestro.
A quien todos los profetas anunciaron,
la Virgen esperó con inefable amor de Madre,
Juan lo proclamó ya próximo
y señaló después entre los hombres.
El mismo Señor
nos conceda ahora
prepararnos con alegría
al misterio de su nacimiento,
para encontrarnos así,
cuando llegue,
velando en oración
y cantando su alabanza.
¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditas vuestras hermosísimas manos, que acariciaron y cuidadosamente sirvieron al Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Rezamos un Avemaría.