Martes Santo: "Las lagrimas de Pedro". Adoración Joven: San Nicolas Joven.
La noche antes de
Conviene subrayar que Pedro no era un modelo de virtud y de perfección sino más bien un rudo pescador, impetuoso y atolondrado, que no siempre domina sus sentimientos. No, Pedro no es un modelo de virtud. Pero es capaz de trasmitir la experiencia que él mismo ha vivido por amor a Jesús y de la que podrá dar siempre testimonio. Es verdad que la tentación lo ha hecho caer, pero en lo más profundo de su caída ha sido maravillosamente liberado por Jesús. Apenas había renegado de su Maestro por tercera vez cuando el Señor se volvió y miro a Pedro, este recordó lo que Jesús le había dicho y lloró amargamente Imaginemos lo que esta mirada significo para Pedro. Ciertamente no fue una condena. Tampoco fue una represión, sino un amor tierno y ardiente. Precisamente en el momento que Pedro reniega de Jesús y se sorprende en semejante delito, la mirada de amor lo toca y lo hiere, y en ese mismo instante le ofrece un perdón de amor convirtiéndolo en un hombre nuevo. Su corazón se derrite en sus entrañas. Ahora sabe lo que es el amor: “La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros” (ROM 5,8). Las lágrimas de Pedro en lo más profundo de su corazón fueron de alegría y de agradecimiento. Porque Jesús por esta mirada no lo abandono en su sufrimiento y desesperación sino que le dio inmediatamente, una nueva señal de amor. Es por esa mirada desbordante que Pedro queda perdonado instantáneamente y para siempre; y curado de su debilidad.
Jesús también hoy viene a buscarnos en nuestra negación y tentación para que nos encontremos con su mirada. Abramos nuestro corazón para poder recibirlo y sentirlo sanar nuestras heridas. Pongamos en sus manos nuestras tentaciones y debilidades para que Él pueda maravillosamente transformarlas y así hacer surgir en nosotros personas nuevas. Que esta experiencia nos lleva a declarar nuestro amor por Dios.