31 de marzo de 2010

La traición de una persona querida trae siempre un dolor muy profundo. Jesús ha vivido este dolor sin una reacción irascible, sino que ha hecho todo lo posible por evitar la violencia con Judas de tal manera que, cuando éste llega a Getsemaní con una turba de gente armada, Jesús no rechaza el beso del traidor. Se limita a hacerle ver su error con los ojos de la conciencia y del corazón. La traición de Judas nos deja boquiabiertos, llenos de desconsuelo. Buena ocasión para ahondar en esta traición a ver si nos remueve el fondo de traición, que todos llevamos dentro. ¿Cómo entender la traición de Judas? ¿Fue Judas un ladrón, que actuó simplemente por avaricia? Los 30 monedas de plata, que le ofrecen por entregar a Jesús, no era una gran suma de dinero. La pregunta de Judas: "¿Soy yo acaso, Señor, quien te va a traicionar?" Y la respuesta de Jesús:"Tú lo has dicho". A Jesús le duele el corazón no tanto por haber sido traicionado, si no por ver a un hijo alejarse irremediablemente de Él. Lo dejó actuar libremente porque libre hizo el Creador a su criatura.

Judas no quiso abrirse al amor. Un amor que perdona, que hace el bien, que busca el bien, que no tiene en cuenta el mal, que vence el mal con el bien, que sabe darse sin medida a los demás, que nunca piensa en sí mismo, que está pendiente sólo del otro. Pero sin embargo, lo traiciono y solo Dios conoce el corazón del hombre. Esta pregunta y respuesta constan para la Historia como prueba por el respeto de la libertad humana. Jesús nos da la gracia y espera que tengamos la disponibilidad para arrepentirnos y para convertirnos; es rico en misericordia y perdón. Tal vez el drama de Judas fue éste: ¡poco a poco se fue distanciando del corazón de Jesús... y aunque estaba a dos o tres metros, físicamente, sin embargo, espiritualmente estaba muy lejos de él. Nadie puede decir que no está expuesto a cometer el pecado. Este miércoles santo nos hace reflexionar en la grandeza del amor de Jesús y en la fragilidad de cada uno de nosotros. Estamos constantemente siendo tentados por las argucias del maligno para hacernos caer. Seguir a Jesús era una tarea complicada. Entre los mismos discípulos había algunos ambiciosos, que sólo ansiaban escalar posiciones sociales; otros no entendían el comportamiento de Jesús. Todo esto se manifiesta bien claro, cuando arrestan a Jesús. Judas lo entrega por treinta monedas, Pedro reniega de él por tres veces, el resto huye ante el peligro y lo dejan solo. Juan y las mujeres, comandadas por María, la Madre de Jesús, son los únicos que lo acompañan hasta el final. Pidamos hoy la gracia de ser siempre fieles al amor del Maestro, que no lo traicionemos, que sepamos rechazar las tentaciones que se nos presentan y busquemos en Él la luz para realizar la voluntad de Dios y así recibir su mirada de amor.

Miércoles Santo: “La traición de Judas” Adoración Joven San Nicolás Joven 2010