1 de diciembre de 2009

Carta de un joven a Jesús




“Encontré al amado de mi vida. Lo agarré y no lo soltaré”
Cantar de los Cantares 3.


Que te puedo decir Jesús, ya actuaste en mi vida. No puedo hacer nada al respecto.

Estoy seguro que en eso somos todos iguales, no hay reglas, ni formulas, ni una guía de instrucciones para el primer encuentro que nos lleva a decir esto. Simplemente pasa. Simplemente te das cuenta de que la vida se hizo visible enfrente tuyo y que a partir de ese momento no hay vuelta atrás. Como me pasó a mí y que me trajo hoy frente a Vos.

No podes mirar nada nuevo aunque todo te parece nuevo bajo esta forma de mirar. No podes empezar otro camino aunque sentís que el mundo se abrió adelante tuyo. No te sentís capas de abrazar, amar, mirar a nadie más aunque sabes, con certeza, que esa es la única manera de volver a ese primer encuentro. Porque yo se, Jesús, que esa es la única forma de no perderte. Se que la forma de comprometerme con Tú mirada, con Tú amor es haciendo camino para todos, amando a todos, mirando todo de una nueva manera. Porque eso es saberme encontrado con Jesús. Eso es saber que Él actúo en mi.

Estoy tratando de expresar este sentimiento de encuentro pero siento que estoy intentando almacenar la inmensidad. Pero no puedo dejar de escribirte lo que siento enfrente a Vos. Se que todos deben encontrarse con Vos de forma distinta, formas que no me puedo imaginar como nunca me hubiera imaginado como te encontraste conmigo. Pero se que Vos Jesús encontraste el lugar adecuado para cada uno. Que grande sos Jesús, cuanto amor tenés para darnos. Tanto es Tú amor que cada uno lo experimenta de formas creativas, inéditas, pero con la misma intensidad y con la misma afirmación que nace del corazón: NO ME PERDONARIA PERDERTE.

No puedo dejar de lado la felicidad cuando me exclamó, cuando me rodeó y esta enfrente mío en este momento. No puedo dejar de abrazarte porque, Señor mío, estás presente y vivo en la Eucaristía. Estas enfrente nuestro hoy y para siempre con ojos y palabras vivas de aliento. Acá estas, te veo hoy como te vi por primera vez y vuelvo a decir, a gritar porque eso me pide el amor que hiciste brotar de mi: DIOS NO ME PERDONARIA PERDERTE.

¿Cómo no alabar al que me ama? ¿Cómo no arrodillarme ante el que me habla y llamándome por mi nombre se hiso presente en mi? ¿Cómo no estar acá alabándote con mis simples palabras con todo lo que hiciste Vos por mí? Acá estoy, me quiero convertir en custodia de Tú amor, en testimonio vivo de Tú vida y, sobre todas las cosas, en vía de encuentro, entre Vos y el que esta al lado mío.

Esa es la alegría que me está conmoviendo en este momento, esto es lo que siento en Tú presencia. Siento un amor tan grande que me hace cantar con fuerza, sonreírte, gritarte este amor que me rodea. Eso es Jesús para mí. Se que Vos también estas saltando de alegría por mis ganas de ser mensajera de Tú amor, fuente de Tú amor que ya, desde hace un tiempo, vive adentro mío y me lleva a desear ardientemente encontrarme con otro para contarle esta experiencia. Porque yo lo vi, lo veo, y soy testigo de tanto, busco con ansias que todos degusten tan increíble encuentro. Yo lo vi, yo soy testigo de este amor vivo.

Me siento tierra abrazada que desea sencillamente compartir la vida misma, la vida que nace en mí gracias a que sembraste Tú misericordia y amor. Soy goce que no puede dejar de alegrarse porque vi con mis propios ojos esa alegría, porque ¡estoy frente a ella! ¿Cómo callarme? NO PUEDO PERMITIRME PERDERTE.

Si te busco Amor es por el hecho de querer hacerme una con Vos, acercarme a Vos. Porque quiero amarte sin ponerte excusas. Señor acá estoy, abriendo los brazos para recibir Tu amor de cada día. Cada mañana me levanto sabiendo que estas conmigo y eso no solo me alegra, sino que me conforta, porque tengo la confianza de Tú presencia. En todo lo que me rodea ahí estas llenándome. Todo irradia Tu amor y mi corazón rebalsa de alegría por la gracia que me diste de darme cuenta, de poder afirmar que la vida se hizo visible y yo ya vi, y soy testigo.

Recorro mi vida y veo hasta en lo que consideraba perdido gestos de Tu amor que no puedo más que abrazar. Si ya se, es raro decir que te abrazo, pero es tan real cuando entendí que vivir amando es abrazarte. Este amor engendrado en mi sale a flote como sale en otros en los cuales puedo verte y puedo compartir la felicidad de amarte. Porque no estoy solo, hay otros arrodillados al lado mío amándote. Vos actuás en todos los que abren su corazón a Ti y yo soy testigo de esa vida, de ese amor en acción. Y poder juntarme con ellos, hablar de este encuentro, eso es increíble. Porque no estoy loco, ni tampoco solo ante Vos. Tu amor de Padre es tan grande como Tu familia que unida se junta, como hoy, para compartir un tiempo con Vos. ¡Que mejor que compartir tiempo con mi familia cada domingo!

Te pido la gracia Jesús de volver a empezar cerca de este amor que nunca imagine estar viviendo
tan de cerca. Te agradezco, con toda mi alma, saber sobre la inquietud de ayudar, el gusto de sentirme en Tus manos, estar maravillado en el amor que nos tenés.

Que bueno saber que Vos siempre vas a estar aunque a veces yo me aleje, ya se que alguna vez me paso, pero por eso hoy estoy escribiendo todo este amor, para no olvidarme nunca, para cada vez que me siento un poco lejos la pueda leer y pueda recordar que no quería perderte en ese momento, y no querría perderte nunca. No me perdonaría perderte. No me perdonaría olvidarme de esta sensación enfrente de Tí. Ayúdame, Señor, a no olvidarme de esto para no perderte. No me lo perdonaría.

Pero Vos ya lo pensaste todo antes y pusiste en el camino manos que me sostienen enfrente de Ti. Que yo pueda ser esa ayuda para otros.

Gracias por todo mi Jesús. Que mi vida sea una adoración constante.

Nos estamos hablando,