
- San Cirilo Bertrán (José Sanz Tejedor) Nacido en Lerma (Burgos), España, el 20 de marzo de 1888 Entrado en el Noviciado el 23 de octubre de 1906. Muere con 46 años.
- San Marciano José (Filomeno López y López) Nacido en El Pedregal (Guadalajara), España, el 15 de noviembre de 1900 Entrado en el Noviciado el 20 de septiembre de 1916. Muere con 34 años.
- San Julián Alfredo (Vilfrido Fernández Zapico) Nacido en Cifuentes de Rueda (León), España, el 24 de diciembre de 1903 Entrado en el Noviciado el 4 de febrero de 1926. Muere con 31 años.
- San Victoriano Pío (Claudio Bernabé Cano) Nacido en San Millan de Lora (Borgos), España, el 7 de julio de 1905 Entrado en el Noviciado el 30 de agosto de 1921. Muere con 29 años.
- San Benjamín Julián (Vicente Alonso Andrés) Nacido enJamarillo de la Fuente (Burgos), España, el 27 de octubre de 1908 Entrado en el Noviciado el 29 de agosto de 1924. Muere con 26 años.
- San Augusto Andrés (Román Martín Fernández) Nacido en Santander, España, el 6 de mayo de 1910 Entrado en el Noviciado el 3 de febrero de 1926. Muere con 24 años.
- San Benito de Jesús (Héctor Valdivieso Sáez)Nacido en Buenos Aires, Argentine, el 31 de octubre de 1910 Entrado en el Noviciado el 7 de agosto de 1926. Muere con 24 años.
- San Anicet Adolfo (Manuel Seco Gutiérrez) Nacido en Celada Marlantes (Santander), España, el 4 de octubre de 1912 Entrado en el Noviciado el 6 de septiembre de 1928. Muere con 22 años.
- San Inocencio de la Immaculada, CP (Manuel Canoure Arnau)Nacido en Cecilia del Valle de Oro (Lugo), España, el 10 de marzo de 1887 Ordenado sacerdote el 20 de septiembre de 1920. Muere con 47 años.
Un religioso lasallano, el hermano Celestino Pedro, solía visitar cada tanto a la familia, ocasión en que relataba, entre otras cosas, sus experiencias como educador en Bujedo, las cuales Héctor escuchaba con avidez. Y así fue que comenzó a aflorar en su ánimo el anhelo de abrazar aquella vida, deseoso de seguir los pasos de San Juan Bautista de La Salle.
Después de manifestar esa noble aspiración a su madre, el 31 de agosto de 1922 viajó a Bujedo, con solo 12 años de edad, para iniciar sus estudios con los Hermanos de las Escuelas Cristianas. En 1924 pasó al centro de formación de misioneros de Lembecq-Lez-Hall, Bélgica, y al año siguiente, a los 15 años, ingresó al Noviciado para recibir su hábito y un nuevo nombre: Benito de Jesús.
En 1929, finalizados sus estudios, fue enviado a Astorga (León), su primer destino, donde enseña, organiza y anima grupos juveniles, escribe en periódicos locales y promueve publicaciones católicas con la intención de acercar lecturas sanas y formativas a familias y jóvenes.
Después de tres años en Astorga, Héctor fue destinado a Turón donde comenzó a enseñar y defender los principios de la familia, de la moral cristiana y de la doctrina católica en general. Poco tiempo después revolucionarios marxistas tomaron por asalto el colegio cuando los hermanos se hallaban celebrando la Santa Misa. Revolvieron todo en busca de armas y, al no encontrarlas, se llevaron a los religiosos a los golpes.
Los religiosos fueron alojados en obscuras prisiones, junto a otros catorce detenidos. “Dormían en el suelo. No les vi quejarse en ningún momento y estuvieron todo el tiempo rezando y muy recogidos...Eran magníficos, eran unos santos...” diría años después uno de sus captores. Tres días permanecieron allí, privados de agua y comida, severamente vigilados, sin dejar de orar un solo instante, soportando todos los insultos y humillaciones a que fueron sometidos, hasta que llegó el terrible momento.
En la madrugada de 9 de octubre de 1934 la puerta de la prisión se abrió de golpe. Los hermanos fueron sacados a la calle y obligados a caminar de dos en dos rumbo al cementerio, siempre apuntados por sus captores. Iban resignados y silenciosos pero decididos y animados. Aguardaron unos instantes y a la orden de su jefe los verdugos apuntaron e hicieron fuego.
Señor Dios y Padre Nuestro,
tú has hecho del hermano Héctor
educadores de la niñez y de la juventud
y testigos de la fe hasta dar la vida por ello.
Te pedimos, por sus méritos y su intercesión que,
fortalecidos por el Espíritu Santo,
nos dediquemos con fervor al anuncio del Evangelio